En tiempos en que los cadáveres vuelven a apilarse como carne en descomposición
Dentro y fuera de hospitales desvalijados por organizaciones políticas criminales
Mientras el COVID 19 disfraza y avala el recrudecimiento de la esclavitud
Y los pueblos, originarios o no, son amenazados por la izquierda y la derecha del capital
Qué sentido tiene volver a exigir justicia para mi madre, mi padre y su comitiva
Hoy, 24 de mayo de 2020
39 años después de que el avión presidencial del Ecuador se precipitara contra el cerro de Huairapungo
En la limítrofe provincia de Loja
A pocos meses de acabada la guerra de Paquisha, Mayaycu y Machinasa con el Perú
Orquestada para desestabilizar y herir de muerte el liderazgo continental fraguado por Jaime Roldós en materia de derechos humanos y democracia
En una América Latina gobernada por dictaduras militares asesinas al servicio del capital
Siento que fui vacunado a los 10 años de muy diversas maneras
Desde la forma en la que la Democracia Cristiana del vicepresidente y sucesor Oswaldo Hurtado pactó con las Fuerzas Armadas jamás investigar, quedándose con la verdad oficial sustentada en una tesis: la del accidente de aviación
Hasta la manera en que la familia de mi madre, todo hay que decirlo: clásicamente patriarcal, literalmente enloqueció, y, como en una versión descarnada de Shakespeare, antepuso sus intereses de poder al afecto, y creó un partido político con el nombre de Roldosista que en realidad es una organización criminal mafiosa
Un Peronismo asesino de Perón, si me permiten la comparación
Pero una de las vacunas que me inmunizó fue el espectáculo concretos de los restos tan destrozados como invisibles de mi madre, Martha Bucaram Ortiz, y de mi padre, metides y mezclades en unas fundas verdes donde, a mis diez años, me parecái inverosímil que un humano cupiese
Barridos bajo la alfombra de la porno democracia cristiana ecuatoriana
Que sistemáticamente ha convertido en baluartes de nuestro patriarcado a quienes, en el mejor de los casos, silenciaron sus muertes y pervirtieron sus legados y sus vidas
Llevo 39 años impotente
Despotenciado, dice mi compañera, crucial en mi reconciliación con nuestra especie
Quiero decir que antes del Covid 19, el Estado y el capital violadores no sólo destrozaban a les mujeres, sino también a niñes, ancianes y hombres
Y tras al menos 39 años aprendiendo sujetarme a eso
Al silencio y la asunción de la imposibilidad de la justicia
Veo que el poder cuenta con eso
Con que naturalices la violencia y la ignominia
Aun diciendo combatirlas o rechazarlas
Con palabras y hechos Jaime y Martha le dejaron al Ecuador el más importante legado de las últimas cuatro décadas. Sus valores democráticos, republicanos, humanistas, su solidaridad infinita y su valentía debían haber pasado a las siguientes generaciones. No es culpa de ellos ni sus hijos si los que quedaron no defendieron los ideales de ambos. En cada ecuatoriano está el poder de ignorar ese legado o luchar por mejorarlo. Jaime le regaló a mi familia de refugiados el Ecuador como segunda patria. E intento devolver esos favores de vida cada día en cada acto a quien los necesite. Recordándolos siempre y reafirmando que su partida física no fue en vano.